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Este a�o, en el tradicional Rally de Montecarlo de autos cl�sicos apareci� -en medio de los Alfa Romeo, Bugatti Royal, Hispano Suiza y otras marcas famosas del automovilismo- un auto de Turismo de Carretera. Se trataba del Ford V8 modelo 37 de H�ctor Supicci Sedes, una de las figuras del automovilismo uruguayo tr�gicamente fallecido al regreso de la Buenos Aires-Caracas en 1948; un permanente creador de avances t�cnicos en el automovilismo argentino.

El auto -totalmente restaurado en Uruguay, adonde estuvo depositado varios a�os- fue adquirido por un coleccionista para rescatar el nombre de tan destacado piloto que animara tantas competencias de ruta en la Argentina. El coleccionista logr� una restauraci�n perfecta de aquel TC original, de all� que fue admitido entre los cl�sicos de Montecarlo, uno de los desfiles m�s famosos del mundo.

En este desfile (y al mismo tiempo rally), el Ford de Sedes mostr� el perfil de una categor�a �nica que nadie invent�, sino que naci� por su propio peso en la d�cada del �30 cuando las cl�sicas baquet descubiertas fueron paulatinamente reemplazadas por los autos con techo hasta que en 1938 se inaugur� el ciclo de �coches con carrocer�a met�lica y cerrada�. De esta manera, surgi� el Turismo Carretera. En adelante, el TC abri� caminos y uni� pueblos de todo el pa�s y de Am�rica a trav�s, por ejemplo, de aquella recordada Buenos Aires-Caracas de 1948, en la que gan� Marim�n.

Curiosamente, el nombre de Turismo Carretera surgi� despu�s del accidente protagonizado por Ernesto Blanco en Rosario, en 1935, en el que murieron 13 espectadores al cruzarse una persona. Esto motiv� la prohibici�n de las carreras en ruta.

El entonces Ministro de Obras P�blicas, a trav�s del decreto correspondiente expres� al respecto: �De ahora en m�s solo se podr�n correr pruebas de turismo en carretera a no m�s de 110 kil�metros por hora�. De all� que el nombre Turismo Carretera fue tomado paulatinamente quedando para siempre como denominaci�n de la categor�a m�s folcl�rica del automovilismo nacional.

Supicci Sedes

El piloto uruguayo acudi� a nuestro pa�s para intervenir en las pruebas de carretera desde 1936. En 1937 finaliz� tercero en el Gran Premio pero fue en 1938 cuando logr� adjudicarse el Gran Premio al Sur.

Por entonces, en la primera etapa qued� tercero, y ya a la altura de Esquel se ubic� segundo en la general, a cinco minutos de Arturo Krusse. En la cuarta etapa pas� al frente y se alej� de sus inmediatos perseguidores hasta la llegada a La Plata, adonde la bandera a cuadros lo consagr� vencedor por casi dos horas de ventaja sobre el segundo, Carlos Garbarino. Mientras que Arturo Krusse finaliz� tercero. Se trataba, reiteramos, de la primera carrera disputada en la Argentina con autos equipados con motor y chasis originales del modelo correspondiente y carrocer�as met�licas y cerradas.

El Ford V8 de H�ctor Supicci Sedes era un V8 modelo 1937 cup�, cuyo motor no hab�a sido modificado m�s que con la adici�n de un filtro de aire para el carburador.

Supicci Sedes hab�a reforzado el sistema de refrigeraci�n con la ayuda de un tanque auxiliar con capacidad de 40 litros, ubicado en el lugar que originalmente ocupaba el asiento trasero. Por medio de una bomba, el acompa�ante pod�a mandar agua cuando fuera necesario al radiador que conservaba su capacidad original. La bomba, de doble efecto, alternativamente pod�a extraer agua del radiador para devolverla al tanque suplementario. Con esto se obten�a una temperatura adecuada del motor por medio de la circulaci�n cont�nua del agua.

El sistema de alumbrado del Ford se mejor� con un equipo de llaves Bosch en el tablero que permit�a la independencia de cada faro, del buscahuellas y de todos los accesorios alimentados el�ctricamente. De esta forma, cuando ocurr�a un inconveniente s�lo quedaba da�ada la parte correspondiente y no todo el sistema como suced�a habitualmente. La lubricaci�n segu�a siendo del auto de serie con la capacidad del c�rter aumentada de cuatro a ocho litros. Debajo del tablero fue colocado un tanque de aceite complementario, directamente complementado con el c�rter por un ca�o. As� se pod�a completar el nivel, sin detener el veh�culo.

Un innovador

Pero la habilidad de Supicci Sedes para crear o planificar sistemas que le hicieran ganar tiempo en carrera no terminaba all�. Fue �l quien levant� el ca�o de escape por sobre el guardabarros trasero para evitar problemas al atravesar vados y r�os, como as� tambi�n invent� unas peque�as alfombras para sacar el auto de los guadales coloc�ndolas debajo de las ruedas.

Para el Gran Premio de 1938 el piloto uruguayo reforz� la suspensi�n con el agregado de hojas maestras y la colocaci�n de ocho amortiguadores Houdaille del tipo mayor. Fueron reforzados los largueros y al eje delantero se le acoplaron unas planchuelas para conseguir mayor rigidez y resistencia. Atr�s, adem�s del tanque de nafta auxiliar, hab�a tres ruedas completamente armadas y aseguradas por un soporte para los casos de pinchaduras. Tambi�n se ubic� un ca�o agujereado para que cuando el parabrisas comenzara a acumular barro, circulara agua de un peque�o dep�sito conectado a su vez por una ca�er�a al tanque auxiliar de agua, desde adonde el l�quido llegaba con presi�n. Este invento fue utilizado luego por muchos pilotos de la categor�a.

En 1948 H�ctor Supicci Sedes se inscribi� en el Gran Premio a Caracas a trav�s de 9.500 kil�metros y larg� con el n�mero 2 en su Ford V8. Problemas mec�nicos le obligaron a desertar en el primer tramo y regresar a Uruguay, pero el destino le ten�a preparado su tr�gico final.

Despu�s de inscribirse en la carrera de regreso desde Lima, el 4 de diciembre en el transcurso de la segunda etapa entre Arica y Antofagasta sufri� su fatal e inexplicable accidente. El uruguayo ven�a corriendo detr�s de Oscar G�lvez, Pablo Gulle, Rosendo Hern�ndez, Domingo Candela y Marim�n cuando, al llegar a la localidad de Victoria, Supicci Sedes se pas� del lugar donde estaba su puesto de auxilio y al pretender retornar sobre la misma ruta, el polvo levantado por un competidor le impidi� advertir que en medio de esa polvareda ven�a el auto de Zarantonello que lo embisti�. As� muri� H�ctor Supicci Sedes, un creador que se anticip� a su tiempo. Ahora su Ford V8 desfila por las calles de Montecarlo como un homenaje a su figura y a ese auto en el que supo volcar todo su ingenio.

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