Gabriel Yared
Con casi medio centenar de composiciones
cinematográficas a sus espaldas,
Gabriel Yared nunca ha sido excesivamente
conocido fuera de Francia, país en el
que ha desarrollado la mayor parte de su
actividad. El éxito de algunos de los
filmes en los que ha trabajado ("Betty
Blue",
"Camille Claudel", "El
Amante"
o "El
Paciente Ingles")
ha servido, no obstante, para que algunos empezaran a preocuparse por la obra de
este músico, que se ha definido a sí mismo como "un autodidacta que investiga
incesantemente nuevos modos y formas musicales".
Formado
en el mundo de la canción, Gabriel Yared ha mostrado siempre un especial
interés por
la experimentación y el acercamiento a otras culturas o estilos musicales.
Preocupado por
trabajar con las técnicas más avanzadas, ha combinado a lo largo
de su carrera el sofisticado sonido
de las nuevas tecnologías electrónicas con el inagotable colorido que puede
ofrecer una orquesta. Sus melodías,
impregnadas generalmente de tristeza y pesimismo, han ido
perfeccionándose con el tiempo. Y, aunque su estilo no
responde a ningún canon concreto,
reconoce haber leído a algunos de los compositores clásicos del siglo XX. De
Maurice Ravel parece haber
aprendido el sentido del ritmo y del crescendo. De Stravinsky, en cambio, parece
heredar la extravagancia de sus osadías armónicas e
instrumentales. De Béla Bartók adopta el
carácter experimental y el interés por recuperar las formas de
expresión más tradicionales y
variadas. Y todo ello, unido a la diversidad de géneros que ha tocado, ha hecho
de Gabriel Yared un compositor
versátil, alejado de las cómodas convenciones y capaz de emocionar al oyente con
melodías sencillas y sinceras.
LOS INICIOS Y GODARD
Gabriel Yared nació en Beirut (Líbano) el 7 de octubre de
1949. Tras cursar estudios de
Derecho, viajó a Brasil, donde vivió durante un tiempo, conociendo personalmente
a algunas de las figuras más
importantes de la música brasileña. Mostrando una evidente afición musical,
decidió instalarse definitivamente en 1972 en Francia,
asistiendo como oyente a las clases de
composición musical que Henri Dutilleux impartía en la École
Normale de Musique de París.
Los inicios profesionales del músico no se encuentran, sin embargo, vinculados al campo concreto de la composición cinematográfica. Yared comienza trabajando como arreglista y orquestador para renombrados cantantes, aunque no tardará mucho en encontrar la oportunidad de escribir también algún tema. Así, durante la década de los setenta colabora con algunos de los nombres más célebres de la canción francesa, como Gilbert Bécaud, Johnny Hallyday, Charles Aznavour, Enrico Macias, Sylvie Vartan o Françoise Hardy. Llega incluso a grabar un disco como cantante. Aunque el mayor bagaje lo adquiere trabajando para el mundo publicitario, firmando sintonías de numerosos programas televisivos y radiofónicos, entre los que se encuentran Le Magazine d'Antenne 1, Jour J, Carte de Presse o Medécins sans Frontiéres.
A principio de los ochenta, tras decidir perfeccionar su modo de componer, estudiando armonía y contrapunto con Julien Falk, Gabriel Yared entrará en contacto con el séptimo arte gracias a la ocurrente mediación del actor Jacques Dutronc. El prestigioso Jean-Luc Godard buscaba en aquella época alguien para orquestar "La Gioconda", de Ponchielli, que debía ilustrar musicalmente su film "Salve quien pueda, la vida". Dutronc propuso el nombre de Gabriel Yared, pero el compositor rechazó la oferta, ya que si el cine le tentaba no era para hacer orquestaciones, algo a lo que se había dedicado anteriormente durante años. Godard cedió entonces y le dio carta blanca para encargarse de la banda sonora. El propio Yared recuerda así la experiencia: Podía disponer del estudio de grabación seis días. No había músicos, únicamente sintetizadores. Y yo no había visto nada de la película, disponiendo tan solo de una sinopsis de cuatro páginas. Al terminar la grabación, Godard me invitó a ver el film. Aquello parecía funcionar bastante bien y Godard montó las imágenes prácticamente sobre mi música. Días después, recibí una carta suya en la que venía a decirme de un modo muy gentil que no volvería a trabajar jamás con un músico vivo.
A la experiencia de Godard le suceden otros trabajos, que son editados con rapidez, seguramente gracias a las buenas relaciones que, dada su anterior dedicación, el compositor mantiene con las casas discográficas. Esas bandas sonoras iniciales se caracterizarán, sobre todo, por el exagerado uso de los sintetizadores. Yared recurre a tonos disonantes y repetitivos. Y, aunque por momentos pueda llegar a intuirse cierto estilo, los resultados pecarán en general de una artificiosidad excesiva.
Sus primeros trabajos a tener en cuenta podrían ser quizá "La scarlatine" y "La lune dans le caniveau", ambos de 1983. En los dos casos, la orquesta llega ya a igualarse equitativamente a los sintetizadores. La música electrónica y la música sinfónica se combinan de un modo fluido. Por otra parte, Yared no compone demasiadas melodías. Al contrario, se centra principalmente en una o dos, que va ofreciendo en distintas versiones. Estas características, unidas a la habitual presencia del piano (concreción de su lejana afición por los teclados), se mantendrán en toda su obra.
"Le lune dans la caniveau", para la que escribe un tango cargado de intensidad, es pues el primer título importante en la filmografía del compositor libanés. Por un lado, marca el inicio de su fructífera colaboración con el director Jean-Jacques Beineix. Por otro, le proporciona su primer galardón, el Grand Prix de la SACEM.
Es
aproximadamente en ese momento cuando Yared compone la hermosa partitura de
"Hanna K", un drama de Costa-Gavras
que se aproxima a la problemática entre palestinos e israelitas. El
músico recurre acertadamente a las raíces hebreas. Emplea
instrumentos típicos de aquella
región (flautas, violines, arpas...) y compone, entre otros, un alegre tema que
parece extraído directamente del
folklore semita. A la vista de los excelentes resultados, repetirá esos mismo
planteamientos en la producción histórica "Adieu
Bonaparte", del egipcio Youssef Chahine. La
música resulta tan trágica como la historia amistosa que Chahine
pretende contar. Es más, por
momentos logra traspasar ese tono trágico, volviéndose incluso terrorífica y
alcanzando sus momentos más
sublimes con el empleo de oscuros coros masculinos o de una instrumentación
básicamente oriental.
BETTY BLUE Y
EL RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL
En
tan solo cinco años la obra cinematográfica de Yared lograba superar la quincena
de títulos. Sin embargo, a pesar de
tener partituras de indiscutible calidad en su haber, su nombre no
era lo suficientemente conocido fuera de Francia. Las
películas en las que había trabajado
durante ese período no gozaban de repercusión alguna fuera del
mercado galo. Por esa razón,
resulta esencial un film como "Betty Blue", de Jean-Jacques Beineix, que cosechó
en 1986 un inesperado éxito a nivel
internacional (debido quizá a su elevada dosis de erotismo). La banda
sonora contenía una serie de alegres temas que
confirmaban el buen hacer del músico. Vista en su
conjunto y con el distanciamiento de algunos años, ésta no
supera en lo más mínimo otras obras
anteriores del compositor. Pero, en cualquier caso, el éxito de
la película favoreció el
reconocimiento de Yared más allá de las fronteras francesas y se tradujo en
nuevas e importantes ofertas.
El
norteamericano Robert Altman le encargó la música de la comedia "Tres en un
diván", mientras que la televisión
italiana le solicitó para crear la banda sonora de una ambiciosa serie
que, basada en una obra de Moravia, protagonizaron Gina
Lollobrigida y la exuberante
Francesca Dellera. Así mismo, inició una relación con el
director Jean-Pierre Mocky que dio
excelentes resultados: los temas orquestados al más puro estilo parisino de
"Agent trouble", la provocativa
canción de "Les saisons du plaisir" (que se complementa en una versión con unos
sugerentes gemidos) o la irónica marcha de "Une nuit à
l'Assemblée Nationale (que comienza con
un frío repicar de tambores para, más tarde, asemejarse a los
sones circenses que Rota creo para
Fellini).
Gabriel Yared alterna sus colaboraciones en cine con la composición de música
para los ballets nacionales de
Marsella y Amsterdam, entre otros, empleando técnicas electrónicas y
obteniendo unos resultados bastante cercanos a sus
discutibles inicios. Pero, lejos de
acomodarse, el compositor opta por la búsqueda de nuevos caminos
y colabora en dos proyectos que
afianzan su indudable versatilidad. El primero, "Camille Claudel", es un drama
del debutante Bruno Nuytten que
recrea la relación amorosa y artística entre el escultor Rodin y
Camille Claudel (Gérard Depardieu e Isabelle Adjani). Su
partitura, dominada por el continuo
uso de la cuerda, es posiblemente la más clásica de las
compuestas por el músico. Y el segundo,
titulado "Les mille et une nuits", incluye una variada muestra
de agradables temas con
reminiscencias árabes, capaces de hacer viajar al oyente hasta el lejano y
exótico país.
LOS NOVENTA,
LA PLENITUD DE UN AUTODIDACTA
La
elección de películas variadas, pertenecientes a los géneros más diversos, le
ofrece a Gabriel Yared la
posibilidad de alternar distintos estilos y pautas musicales. En "¿Qué hacemos
con la abuela?", segunda comedia de Etienne Chatilliez,
por ejemplo, se inspira directamente
en la ópera, creando con la ayuda de la soprano Catherine Ringer
un tema vocal que se repite hasta
la saciedad, sin llegar por ello a resultar pesado. Ése, junto a otros trabajos,
confirma el progreso creativo de
Yared. Aunque no llega a desaparecer por completo, el recurrido
acompañamiento electrónico es cada vez menos usual. Al
contrario, prefiere sacar partido de los
matices orquestales y experimentar con diferentes instrumentos
solistas: el clarinete y el saxo en
"¿Qué hacemos con la abuela?", el acordeón y el violín en "Van
Gogh" o la guitarra en "La puta del
rey" (film de época para el que Yared se inspiró en Bach y Mozart).
Llegado ese momento, y al igual que ocurrió con "Betty Blue", "El amante" (Jean-Jacques Annaud, 1991) resulta primordial en la carrera artística del compositor, al alcanzar una popularidad igual o superior a aquélla, situación de la que se favorecerá la música de Yared. Para ilustrar la adaptación de la obra de Marguerite Duras, Yared profundiza en los estilos musicales de los años veinte y treinta y compone una selección de característicos bailes de salón. Así, junto al único y dulce tema de amor central, puede apreciarse una amplia gama de estilos (blues, pasodoble, vals, foxtroit, habanera, nocturno al piano e, incluso, una peculiar versión de La Marsellesa con instrumentos típicos chinos). Yared recibió por esta heterogénea partitura galardones como el Cesar y el Victoire de la Musique.
El talento de Gabriel Yared se confirma a través de otras excelentes bandas sonoras, realizadas en una década que supondrá la plenitud del compositor autodidacta. Su tercera colaboración con Beineix, "IP", l'île aux pachydermes, le permite, por ejemplo, acercarse de nuevo a diversas fuentes musicales, reuniendo en la misma partitura cantos árabes, sones tiroleses, ejemplos del folk americano y hasta un moderno rap. Aunque el verdadero acierto del film es su tema central, con innegables influencias de Ravel, idóneo para reflejar las andanzas y ansías de libertad del terceto protagonista (con Yves Montand, en su última interpretación para la pantalla).
También ofrece múltiples coloridos la música de "Map of the Human Heart", un drama ambientado en la Antártida durante la Segunda Guerra Mundial. Su elemento más llamativo es la canción Ma métisse, que aparece entonada por la sensual voz de Marie Pelissier, siendo ofrecida después en dos versiones distintas, una instrumental y otra con un coro de niños a capella. Yared se encargará también de musicar la primera película dramática filmada en IMAX 3-D (avanzada tecnología por la que el espectador es envuelto totalmente por la pantalla). El film, "Wings of Courage", le permite al músico probar suerte con las flautas de pan y el bandoneón. Pero, sobre todo, pone de manifiesto su talento como arreglista y orquestador, siendo capaz de convertir una misma melodía en un vals, un tango o un grandilocuente tema sinfónico. Junto a estas experiencias, "El paciente inglés" supone el auténtico espaldarazo de Gabriel Yared. Este drama contiene una de las músicas más intimistas del compositor, que recoge de algún modo las características esenciales de su obra: la existencia de escasas melodías que se repiten y alternan sin llegar a cansar, el uso del piano como elemento conductor y las búsqueda constante de temas folklóricos que sitúen al espectador local y temporalmente.
El
Globo de Oro y el Oscar que obtiene por esta última establecen indudablemente un
puente de oro hacia Hollywood. El
compositor no desecha la idea de trabajar en Estados Unidos, aunque no
se siente especialmente atraído por aquel país. De hecho,
reconoce haber rechazado en otra
época las proposiciones de importantes agentes americanos, como los de Williams
y Morricone, que querían
convertirlo en una estrella. Yared prefirió entonces la libertad que le ofrecía
el cine europeo, indispensable para
su modo de trabajar. No me gusta estar condicionado por la
imagen. El compositor debe trabajar con absoluta libertad
y, a ser posible, a partir de la idea
original. Hay directores que, condicionados por sus propias
ideas, cambian la música a merced
de la imagen. Las mismas armonías deben repetirse en los momentos de amor y
suspense y se da la exigencia
absoluta de una canción en los créditos. No me parece bien. Yo no quiero ser ese
compositor esclavo, que debe ajustar sus melodías a las
imágenes. Creo que la música es un
soporte del alma y debe tener la fuerza del lenguaje. Por esa razón, lo que
compongo debe ser pensado y
sentido.
Discografía:
Possession
Gabriel Yared - An Angel Falls
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