Diario EL PAIS - Uruguay
Tarigo y Pons: al nomenclator
EL fallecimiento del doctor Enrique Tarigo ha permitido superar cotidianos enfrentamientos para dar paso al compartido reconocimiento de la poderosa personalidad desaparecida. Y el com�n denominador de las respetuosas palmas al combatiente abatido se ha centrado en el se�alamiento de su aguerrido perfil de luchador contra la vituperada dictadura. Y, particularmente, de su participaci�n protag�nica en el memorable debate televisivo previo al hist�rico plebiscito del 30 de noviembre de 1980, en el cual, junto al Dr. Pons Etcheverry y seg�n expresi�n feliz de un testigo presencial de aquella pol�mica, "les dieron un pesto" a sus contradictores. O sea, al ensoberbecido coronel Bolentini y al Dr. Enrique Viana Reyes.
EN casi todos los �rganos de prensa as� como en la Asamblea General y desde todas las tiendas pol�ticas, se ha reconocido que por encima de su condici�n de hombre de partido �de su Partido Colorado, que lo llev� a la Vicepresidencia de la Rep�blica� se yergue su recia figura de combatiente por la libertad en horas oscuras para la Rep�blica. Sus aportes no se agotaron en aquel vapuleo a los promotores y abogados de la reforma constitucional mediante la cual los capitostes del mal llamado gobierno "c�vico-militar" pretend�an institucionalizar su tiran�a. Si aquella fue, sin duda y al decir de Winston Churchill, su hora m�s gloriosa, ella no desdibuja la brega constante del doctor Tarigo, asordinada a veces por fuerza de las circunstancias, en pro del restablecimiento de nuestra democracia.
Por ello, ahora que est� fresco su recuerdo y que nadie ha osado negar la estatura del decidido y eficaz abanderado de nuestras libertades, debe adoptarse alguna decisi�n que impida que el paso del tiempo borre su nombre de la conciencia ciudadana. Y lo propio debe hacerse con el de Eduardo Pons Etcheverry. En el muy pr�ximo mes de enero se cumplir�n quince a�os de su deceso. Pero ello no puede ni debe aminorar la gratitud de todo el pueblo uruguayo a quien, junto a Tarigo, sac� las casta�as del fuego en hora dram�tica para el futuro de la Naci�n.
SI Tarigo fue contundente en su enfoque jur�dico y principista en favor de aquel NO grandote e imborrable �y por cierto lo fue� Pons fue demoledor con su iron�a c�ustica, cortante, certera, que desconcert� al d�o adversario y que dio certidumbre al pueblo respecto a algo fundamental en aquella hora de negros presagios. A saber, la comprensi�n de que no hab�a lugar ni raz�n para el temor. Si Tat�n Pons no hab�a vacilado en ridiculizar a los mandamases de turno, si se hab�a mofado p�blicamente de ellos, acompa�ado valientemente por Tarigo, no hab�a lugar para el amedrentamiento, a la hora de depositar una simple papeleta, en las urnas, conteniendo un �no! rotundo a la pretendida imposici�n de los mandones.
SIEMPRE se recuerda su primer salida, la que dej� en falsa escuadra a Bolentini y a su ac�lito. "Siempre hay rinocerontes", anot�. Pero su punzante desparpajo no concluy� ah�. Cuando aqu�l levant� el estandarte de los pergaminos militares, fund�ndolos en su exitosa lucha contra el terrorismo tupamaro, Pons replic� sobre la marcha:
��Y para qu� estaban? No hab�an visto una bala desde 1904... Y agreg�, arqueando una ceja y levantando su dedo �ndice: �Y siempre en el Presupuesto! Aquella ocurrencia caus� la hilaridad general, cuando el debate se difundi�, dos d�as despu�s de su grabaci�n. Pero su aporte al rechazo de aquel espantoso proyecto de reforma constitucional no concluy� ah�. Casi a la misma hora en que se escuchaba el impagable debate por los canales de televisi�n, Pons Etcheverry fustigaba valientemente a la dictadura, con su oratoria cortante, sin eufemismos ni medias tintas, en el gran acto nacionalista del cine Cord�n.
Tiempo m�s tarde lleg� al aeropuerto de Carrasco, procedente de Europa. Y un periodista despistado lo interrog� sobre la repercusi�n de cierta actuaci�n o propuesta de "la COMASPO", nada menos que en el viejo continente.
�En Europa, sentenci� Pons, a "la CONASCO" (sic) no la conocen...
OTRO d�a, en similares circunstancias, se le pregunt� sobre las declaraciones de cierto encumbrado militar. �Sabe lo que dijo el general Perengano?, fue m�s o menos la interrogante.
�No, contest� Tat�n. Son tantos �los generales� y hablan tanto...
Hora es, pues, de que el tributo a Enrique Tarigo, y tambi�n a Eduardo Pons Etcheverry, no quede circunscripto a art�culos necrol�gicos de ocasi�n y al diario de sesiones de la Asamblea General. El nomenclator de Montevideo, que consagra un sinf�n de absurdos y de sinsentidos, que recoge los nombres de un mont�n de personajes de tercera y cuarta categor�a �y hasta de ilustres desconocidos y de extranjeros que nada hicieron por nuestro pa�s�, debe hacer justicia a ambos esclarecidos ciudadanos y enaltecerse con sus nombres.
Esta es la hora de hacerlo. Ya. Y, sin quitarle su nombre a ninguna v�a p�blica importante ni tradicional, no recordarlos en callejas de morondanga ni de extramuros. Es lo que se impone, ahora que ambas personalidades ya no nos acompa�an.
Radares
Nuevo proyecto de control de circulaci�n vehicular mediante radares fijos, maravilloso en su concepci�n, anuncian desde la Intendencia de Montevideo.
Ser�an necesarios diez de estos para tener un dominio completo de la ciudad al bajo precio de U$S 60 mil cada uno.
Ser�an a un costo aproximado al mill�n de d�lares si se le suma el software y los equipos de computaci�n anexos. Con dicha inversi�n los jerarcas comunales aliviar�an sus conciencias, luego de muchos a�os de ver sumar muertes y restar recursos inteligentes para prevenir accidentes.
Sin dudas que la soluci�n puede ser buena pero olvidan que en la actualidad cuentan con radares que dejan de operarlos, al no disponer de recursos para comprar pel�culas de fotos y efectuar el revelado de las mismas.
As� de simple.